Testimonio fascitis plantar, el terror de cualquier corredor.

Soy Luisa Castillo Vázquez y os cuento mi testimonio con una fascitis plantar, el terror de cualquier corredor.

Mi historia con la temida lesión de cualquier corredor y de cualquier persona normal, la fascitis plantar ha sido de película, pero de película de terror.

Artículos escritos por pacientes del Dr. Iborra que comparten sus experiencias en la web del especialista para ayudar a otras personas.
🕰️Tiempo de lectura: 7 minutos

Hace 4 años me operaron del pie izquierdo para realizarme una fasciotomía plantar tradicional después de tener una fascitis plantar crónica de más de año y medio de duración.

La cirugía consistió en una incisión de 3 cm, con todo lo que conlleva la recuperación y, aunque la operación fue bien, la recuperación fue muy lenta. Tardé más de 1 mes en apoyar el pie en el suelo. Me movía con muletas y, tras empezar a pisar con el pie operado, los dolores y las molestias al principio fueron constantes hasta que con el paso del tiempo, poco a poco y con mucha paciencia, fue recuperando la normalidad en el pie izquierdo.

La vuelta a la normalidad, incluyendo practicar deporte de forma regular (sin impacto al principio y luego incorporando, la carrera continua) se llevó unos meses.

Todo iba bien hasta que en marzo de 2017 empecé a notar molestias en el talón derecho. Es cierto que estaba preparando una media maratón y había incrementado bastante los entrenamientos. Quizá incrementé los días de entrenamiento o el kilometraje y ello me pasó factura.

Al principio de notar las molestias y al estar a menos de 15 días para la media maratón que había preparado con tanto ahinco, guardé algo de reposo, pero no quise renunciar a correr esa media maratón, por lo que, fui al fisio quien me realizó un tratamiento de descarga muscular y me aplicó un vendaje compresivo para que pudiera correr la media.

Así lo hice y aunque, efectivamente logré mi objetivo de completar la carrera, fue un completo error porque en los primeros 8 kilómetros fui cómoda, pero a partir de ahí, cada zancada se convirtió en un martirio.
Era como si tuviera un puñal clavado en el talón, aún así, con la tenacidad y testarudez que identifica a los corredores, la completé. Cabe decir que los días siguientes a la carrera fueron un calvario. Casi no podía poner el pie en el suelo y empecé a tomarme en serio la recuperación de la fascitis.

Fui al fisio cada semana, me apliqué los tratamientos y los ejercicios, reposo, estiramientos, hielo, etc., todo lo que me habían aconsejado lo cumplía a rajatabla. Mejoré bastante y cometí de nuevo el error de volver a correr otra media maratón al mes y no estaba recuperada para nada. De nuevo, la completé, pero con bastantes dolores y los días siguientes se volvió a repetir la historia. Dolor insoportable al pisar. Fui consciente que había cometido una auténtica locura, que había corrido lesionada y que, ahora tenía que tomarme en serio el reposo si quería recuperarme del todo, ya que, esta lesión es muy falsa. Parece que mejoras, te confías y te ataca de nuevo a la mínima.

Empecé en serio a guardar reposo, dejé de correr por supuesto y de hacer cualquier ejercicio que implicara impacto, incluso llegué a guardar reposo casi absoluto (sólo caminaba lo mínimo para ir al trabajo o hacer los quehaceres cotidianos) y empecé de nuevo a aplicar todos los tratamientos posibles de fisioterapia, estiramientos, hielo, ejercicios mandados por el fisio, etc. Con el paso de las semanas y de los primeros meses, mejoré, pero no lo suficiente. Cada vez que pisaba notaba dolor, fue entonces cuando empecé con las infiltraciones recomendadas por mi fisioterapeuta.

Llegué a infiltrarme 3 veces y, si bien es cierto que me mejoró mucho, no implicó la curación completa. Probaron conmigo de todo, nuevas plantillas, ajustes y adaptación de las plantillas, los famosos ganchos del fisio y hasta la punción seca.

Probé todo lo que me recomendaba el fisio y más y mejoraba hasta cierto punto, pero no más allá, no lo sufriente para entender que la lesión se estaba curando, de hecho, llegó un momento con el pasar de las semanas y meses (más de 6 meses de diversos tratamientos, agotando mi paciencia) que me estanqué totalmente. Ya no mejoraba, tampoco empeoraba, simplemente estaba “igual”, lesionada, no podía practicar deporte de impacto ni correr y empezaba a estar desesperada.

testimonio de paciente con síndrome del túnel del tarso
testimonio de paciente con síndrome del túnel del tarso

Fue entonces cuando, en mi desesperación por encontrar una cura y con el consejo de mi fisio de probar otros tratamientos de otro tipo, como EPI y similares y dado que en su clínica no podían aplicarme esos métodos, comencé a buscar por Internet sitios en Madrid especializados en fascitis plantar que pudieran aplicar esos métodos de los que me habían hablado y recomendado.

Así fue como descubrí, casi por casualidad, la clínica Avanfi. Vi su página web y los vídeos de los tratamientos que aplicaban en Youtube y enseguida me dio confianza, por lo que, rápidamente pedí cita para que me vieran.

El primer día que fui a la clínica me atendió el Dr. Álvaro Iborra, uno de los mejores cirujanos podólogo de España, con premios internacionales que avalan su trayectoria profesional. Tuve mucha suerte que me atendiera él personalmente, puesto que es un gran especialista experto en la fascitis plantar.

Con mucho interés, me preguntó toda clase de detalles sobre mi lesión y me realizó una ecografía que reveló que el nivel de engrosamiento de mi fascia plantar era tan considerable que no iba a mejorar con ningún tratamiento, ni conservador ni con EPI o similares. Rápidamente vio que la única solución posible en mi caso era pasar por la cirugía. Me dio todo tipo de información y detalles y me dio tanta confianza que me decidí allí mismo, finalmente me operaría.

Como era finales de noviembre de 2017, la agenda era complicada, por lo que, el único hueco disponible era a 20 días vista (antes de Navidad) o a la mañana siguiente. Si había que hacerlo y no había otra solución, cuanto antes, mejor, así que, efectivamente me operé al día siguiente.

El Dr. Iborra me explicó todo el proceso de la cirugía, me dijo que al ser ecoguiada era mínimamente invasiva y que actuaban en la zona dañada de la fascia para liberarla, que prácticamente era como una “infiltración”, con solo 1 milímetro me hacía a cirugía y que saldría andando por mi propio pie.

La cirugía salió perfectamente, tal y como me dijo el Dr. Iborra, pude salir andando con el pie dormido por la anestesia local, pero no llevó más de 1 hora en total la operación y el postoperatorio no supuso ningún dolor o problema. El Dr. Iborra me prescribió analgésicos e inflamatorios para los días siguientes a la operación y me revisó la herida al día siguiente de la cirugía. Todo había salido perfectamente, ahora era sólo cuestión de paciencia y de tiempo para que todo cicatrizara internamente.

Los primeros días tras la cirugía sí me molestaba un poco al pisar e intentaba pisar con la parte delantera del pie, pero el Dr. Iborra me dijo que pisara normalmente, aunque molestara un poco, que iría cediendo el dolor poco a poco. Con el pasar de los días, la molestia al pisar cada vez menos. Acudía a revisión 1 vez a la semana y luego se fue espaciando algo más, 15 días y por último, 1 mes.

En cada revisión, el Dr. Iborra me hacía una ecografía para ver el tejido de la fascia internamente y me iba explicando que estaba cicatrizando muy bien. Por fuera, al no haber cicatriz, no parecía que hubiera tenido una cirugía, un pequeño punto señalaba la zona donde se había insertado la aguja, pero nada más.

El Dr. me iba explicando el tipo de ejercicios que se me permitía hacer para ir cobrando la normalidad deportiva. Primero, natación y todo muy suave, a los 15 días ya podía hacer algo de bicicleta y elíptica y luego ya iba pudiendo hacer clases en el gimnasio que tenían algo de impacto, pero eso fue más tarde.

Por último, a los 2 meses y poco, el Dr. Iborra me dio la gran noticia de que ya podía comenzar a correr suave, que fuera probando pero que el estado de mi fascia tras la operación era el correcto como para poder empezar a rodar suave. Me dijo eso sí, que inicialmente, debía ser suave y no muchos kilómetros, todo poco a poco.

Seguí sus instrucciones al pie de la letra y gracias a su inestimable ayuda, hoy estoy totalmente recuperada, sin ningún tipo de molestia al caminar, correr o hacer deporte.

Estoy francamente feliz de haber descubierto a la Clínica Avanfi y al Dr. Iborra quien me curó esta lesión a la que no veía final y que me tenía desesperada.

Siempre le estaré agradecida por su interés en mi caso, su amabilidad, sus consejos, su guía durante todo el proceso, asesoramiento y profesionalidad en mi tratamiento y curación.

Sin duda, ante cualquier lesión que pueda tener, me volveré a poner en sus manos y lo recomendaré a familiares y amigos.

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